La Democracia en El Salvador: ¿Adelantos o Retrocesos?

La Democracia en El Salvador: ¿Adelantos o Retrocesos?

Antonio Hernández MD MSP
Red de Sistemas y Políticas de Salud de ALAMES
Movimiento por la Salud Dr. Salvador Allende



Después de que se hiciera público por parte del Secretario de Participación Ciudadana, Transparencia y Anticorrupción, Marcos Rodríguez, los nombres de los financiadores de los partidos políticos del 2006-2017, se ha abierto (o al menos debería haberse abierto) el debate sobre quién tiene intereses electorales y hacia dónde se orientan las deudas políticas adquiridas con estas donaciones.

Primero hay que definir qué entendemos por democracia. En estos momentos de recta final para las campañas electorales, la respuesta podría caer por si sola: Democracia es poder elegir a quienes nos gobiernan. Sin embargo, la Democracia es mucho más. Ejercer el sufragio es tan sólo una pequeña parte de lo que esta palabra comprende.

La Democracia no es el producto que se trata de “vender” a través de spots televisivos o con el reparto de la miseria en comunidades, reduciendo la voluntad a un par de láminas, canastas de alimentos o una camiseta. Este reduccionismo no es más que la pura glorificación del neoliberalismo. Este consumismo irracional está convirtiendo el votar en un mero acto de seleccionar aquel político que me agrada por su rostro, por su slogan o por aquel que ha tenido mayor viralidad en las redes sociales.

Este fenómeno se puede explicar por dos procesos que están caracterizando a las sociedades postmodernas y que están siendo impulsadas por corrientes liberales con claros intereses de dominación, estas son: La despartidización de la sociedad y la desideologización de la ciudadanía.

La despartidización de la sociedad implica el agotamiento del sistema de partidos políticos. Ubicarlos en el ideario colectivo como instrumentos de representación obsoletos. Esto pasa por desacreditarlos a todos, ponerles la etiqueta de corruptos sin distinción y por cambiarles las reglas del juego tantas veces que los conduzcan a generarles crisis internas de gobernabilidad para dividirles e impulsar candidaturas “independientes” que son en la práctica más corruptibles, con agendas individuales que no tienen el más mínimo interés en una construcción política colectiva.

La desideologización de  la ciudadanía consiste en la permeabilización de los mecanismos de la democracia a través de  la dinámica de mercado, en donde ya no importa un proyecto de transformación de la sociedad sino las promesas de un político (oferta) (aunque no tengan viabilidad) hacia los intereses coyunturales de sectores (demanda); y por otra parte negar el derecho a tener una afiliación partidaria o expresar simpatía por un partido político ya que se convierte en motivo de descalificación para participar en procesos de selección a cargos públicos de segundo grado, elecciones gremiales, entre otros.

En medio de estos dos procesos hay que rescatar a la Democracia como un valor, que debe ser practicado en el seno de la familia, en las asociaciones vecinales y comunitarias, en los movimientos sociales, sindicatos, partidos políticos y en las instituciones públicas. La Democracia debe estar presente en todo momento, no sólo en una coyuntura electoral.

En segundo lugar, se necesita una sociedad profundamente democrática para romper con el esquema neoliberal en que El Salvador se encuentra. La información provista por Marcos Rodríguez deja por sentado 2 cosas importantes de entender: Uno, el financiamiento de los partidos más grandes deja claro a quién representan. Tanto ARENA como el FMLN tienen proyectos políticos, económicos y sociales diametralmente opuestos que obedecen a la lógica de sus financiadores. Es por eso que ARENA recibe más del 90% de sus donaciones de la gran empresa que representa a grandes capitales, mientras que el FMLN, contrariamente las recibe en menos del 10% siendo las donaciones de personas naturales las mayoritarias.

Y el segundo elemento que revela esta información es que a pesar de los millones que ARENA ha invertido en la década anterior, no pueden superar la realidad misma que percibe el pueblo. El marketing político no puede ocultar la crisis económica o política de un país. Esto incluye las encuestas elaboradas por universidades privadas que también han procurado favorecer a ARENA.

Esta próxima elección será un termómetro que indicará qué tanto la realidad se percibe como favorable o adversa para la población y qué, sin duda, contribuirá a la reflexión de hacia dónde avanza la democracia en El Salvador, a fin de que se reformulen los planteamientos de cara a las próximas elecciones presidenciales.

Lo que queda claro es el llamado a continuar construyendo mecanismos y espacios democráticos en la sociedad que permitan debatir las propuestas, generar consensos y avanzar colectivamente.

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