A propósito de Democracias

Se ha hablado mucho de la crisis política que se está viviendo en Honduras. Para algunos ha sido un hecho más del autoritarismo militar y una demostración de fuerza de la oligarquía hondureña, mientras que para otros Manuel Zelaya es un ejemplo más de los nuevos presidentes que intentan enquistarse en el poder y de trastornar la democracia tal como la conocemos.

Ante estos hechos, es importante un análisis cuidadoso de la realidad despojándonos del sentimiento y de toda tendencia ideológica. Con este preludio, es importante observar los hechos desde una óptica global y no en un enfoque reduccionista y simplista de la situación.

La pregunta inicial es: ¿Lo acontecido en Honduras es un hecho aislado o producto de la situación política que está viviendo Latinoamérica? Es fácil pensar que la crisis de la “joven democracia” hondureña se debe a que aún falta institucionalidad o que aún no existe un Estado de Derecho establecido; como también se le puede atribuir a fenómenos causales como ‘Mel’ Zelaya, los cuales reviven el miedo de los megalomaníacos que otrora amenazaran con destruir la paz social; pero poniendo atención a los sucesos nos podemos dar cuenta que la situación va más allá que una crisis política en un país Centroamericano y que ha sido una situación que ha trascendido fronteras y la cual ha puesto a Honduras en el mapa mundial de noticias.

Profundizándonos un poco en el análisis, hay que admitir que es innegable el crecimiento que está teniendo la izquierda Latinoamericana en los últimos años. Muchos analistas opinan que es una tendencia normal en países donde han existido dictaduras militaristas, otros lo atribuyen al fenómeno de Chávez y su influencia sobre la región. Sin embargo, esta expansión de la izquierda ha sido vista negativamente por los sectores conservadores con el argumento de que son atentados contra la “democracia”.

Al respecto es muy interesante notar que Latinoamérica al igual que otras regiones en el mundo, han adoptado definiciones internacionales sobre desarrollo, pobreza y democracia, entre otras. Por ejemplo, se habla de desarrollo cuando hay un alto nivel de infraestructura, carreteras, puentes, centros comerciales, empresas transnacionales, hospitales de alto nivel e inclusive estos elementos se asocian al valor de la “libertad”; es decir, las personas pueden “escoger” que marca comprar, donde hacerlo, donde salir de paseo, en que restaurante comer. Y curiosamente realizan el siguiente silogismo de pensamiento: Si hay democracia, hay libertad y si hay libertad, hay desarrollo. Es por eso que no es raro ver cuando la extrema derecha habla de “defender la libertad” el mantener su sistema político, sus reglas del juego, su economía de privilegios y mantener sus grandes empresas, ya que con esto consiguen atrofiar el raciocinio popular y promover un estilo de vida consumista de la población en detrimento de sus propia economía doméstica. La pregunta ahora sería: ¿Qué tan válidos son los conceptos internacionales de desarrollo, pobreza y democracia aplicados a nuestra realidad latinoamericana?

Latinoamérica tiene su propia identidad, quizás en muchos aspectos vulnerada por otras culturas, pero sus raíces y su contexto histórico la redefinen como otra sociedad, otra realidad. Es por eso que conceptos convencionales como el de desarrollo no se pueden aplicar de igual forma, por ejemplo, a un obrero parisiense que a un campesino andino. Viven realidades y ambientes muy diferentes.

En el ambiente político la situación es la misma. La democracia que se vive en Francia es una democracia diferente a la que se vive en Perú. Ambas serán democracias pero en realidades completamente distintas.

Quizás estamos llegando a un momento histórico en donde muchos conceptos cambiarán en nuestros países. Así como hace unos años China Comunista ha abierto sus fronteras al comercio exterior bajo un esquema capitalista o tenemos a un Estados Unidos que está en camino a socializar su salud y mantener una economía proteccionista y subsidiaria; así en medio de todas estas situaciones la democracia en Latinoamérica también está cambiando, tal vez de un sistema democrático partidista a uno más popular en donde finalmente las masas sean escuchadas y la agenda política sea la agenda del pueblo.

Chávez, Zelaya, Correa y los demás presidentes de izquierda de Latinoamérica son únicamente la expresión de los cambios que se están generando. Son producto de años de represión política, opresión económica y exclusión social que han sufrido nuestros pueblos. Obviamente siempre habrá una resistencia al cambio sobretodo de los grupos de poder que les ha beneficiado el sistema de clases y los privilegios existentes hasta el momento y que no cederán su influencia fácilmente, tal como se puede observar en Honduras.

Entonces Latinoamérica está experimentando una nueva democracia, una democracia de acuerdo a su historia, a su economía, a su medio ambiente, a su condición social y que finalmente está escuchando el clamor de la gente y que está reivindicando las centurias de explotación, martirización y opresión que ha vivido desde la época de la colonia.

Por último, la democracia Latinoamericana no está en crisis ni está convulsionando como muchos lo quieren hacer ver, sino esta en evolución hacia su propia definición, apegada a su realidad y lejos de la influencia tradicional de convencionalismos internacionales y más cercana a lo que etimológicamente significa democracia: El gobierno del Pueblo.

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